ELISA Y ... UNA BREVE PRESENTACIÓN

Me llaman Elisa y soy, desde hace poco más de 36 años, ciudadana de este castigado planeta al que llamamos Tierra. Para definirme permitidme que comparta con vosotros las pinceladas más destacadas que, junto con mis imprescindibles, hemos ido coloreando en el lienzo de mi corta vida.

Los primeros trazos corresponden a mi infancia, maravillosa etapa en la que todo te sorprende. Fundamentales fueron mis padres, por supuesto, pero mis mejores recuerdos, o al menos los más divertidos, los visualizo rodeada de mis primos y hermanos, muchas fueron las peleas, pero no menos numerosas lo fueron las horas de carcajadas y travesuras. En esta época experimenté las primeras frustraciones, ¡qué injusto! cuando mamá, tras una tarde llena de aventuras en casa de la tía Puri, nos metía a toda prisa en el coche argumentando a voces que << ¡mañana era día de escuela!>>, las protestas de la pequeña tropa Pérez de poco servían. En aquel momento ambas me parecían dos horribles y malignos seres, muy distintos a los que me resultaban las tardes esporádicas cuando tras una lucha unida y persistente, caían derrotadas y obedecían a nuestras exigencias, <<está bien, nos marcharemos después de cenar>> ¡Inigualable aquel sentimiento de victoria!

Durante la juventud, los enfrentamientos con mami continuaban, pero la verdadera lucha era de otra índole y ya poco tenía que ver con la que me había dado la vida. El insti y la temida selectividad. Los interminables exámenes de la uni. Las mañanas en clase, las tardes en la academia, las horas libres empleadas en trabajar para sacarme unas pelillas, ¡las vacaciones de verano bien merecían el esfuerzo!...¡Cuánto estrés! y eso que aún no he mencionado lo atontada que te quedabas al comprobar que las decenas de mariposas que revoloteaban en tu estómago se multiplicaban por miles al descubrir que el chico que te gustaba también se había fijado en ti. A veces su vuelo era monótono y aburrido, cuando el guapo guapísimo resultaba ser tonto tontísimo, en otras ocasiones las pobres apenas se elevaban de la superficie y, como diría el maestro Sabina, << fugaces, como estrellas de Bagdad>>, desaparecían con ellos en el firmamento llevándose consigo el pequeño saco de sueños que habías ido cargando durante aquella efímera historia de amor.

Entre apuntes, cañas, ilusiones y desilusiones ..; llegué sin darme cuenta a la tan ansiada temprana madurez, y con ella el primer trabajo cualificado, el nacimiento de la mayor de mis sobrinos, Valentina, luego vino el segundo, Pablo, y así, envuelta en risas y llantos de bebé, fueron transcurriendo los días hasta que me di cuenta de que el mundo laboral me había atrapado intensamente en sus entrañas, cuando apenas un soplo de aliento me quedaba, decidí volar al igual que lo hacían aquellos pequeños coloridos insectos en mi estómago, y volé. Volé al norte, a Dublín, donde conocí gente estupenda, y a mi segunda familia, los Kelly. Pronto aterrizó en tierras irlandesas la noticia de que otro pequeño más se unía al clan, Saúl. También atravesó fronteras una llamada de teléfono, provenía de la empresa para la que trabajaba en España, tras dos años de descubrimientos era el momento de regresar.

Pisé suelo patrio el 15 de marzo del 2020 cuando una devastadora pandemia nos obligó a permanecer aislados, lo que más me asustaba era que papá o mamá se contagiaran. Libramos el primer año, y otro pequeño más, Candela. Con tanta bienvenida tocaba alguna marcha, a la abuela Feli la despedimos tristes, pero agradecidos de haber podido disfrutarla durante tantos años.

Nueve meses más tarde la vida decidió que era el momento de golpear de nuevo, esta vez el tortazo nos pilló distraídos, las de las dos alas resurgieron sin tiempo de experimentar la metamorfosis que las dota de su belleza y a rastras se instalaron poco a poco en mi pecho. Sin apenas movimiento, rápidamente se solidificaron como una dura roca de alta densidad, sintiendo el peso de aquel gélido pedrusco que presionaba mis pulmones me tocó decir adiós a papá.

Aprendiendo a lidiar con el dolor, volvimos a ser bendecidos con un niño, Manuel, y, entre tanto y tanto, mudanzas, cambios de trabajo y de nuevo en la uni, haciendo este máster y realizando la primera de las tareas propuestas por el profe, ¡la presentación!

Para cerrarla haré mío el verso del poético ya mencionado Joaquín, <<y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido>>, pues así, no reconociendo por momentos el sentido mismo de la vida, continuo haciendo uso de mi amplia gama de colores para completar mis pinturas, hasta que un buen o mal día, el negro sea el único pigmento de mi futura agotada paleta.

Os dejo dos de las canciones mencionadas en la entrada